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    PRESENCIA CRISTIANA EN TIERRA SANTA
José Antonio Marín Communio (Invierno 2006)
 San Francisco de Asís (1182-1226) imitó la vida de Jesucristo y de sus apóstoles. Por ello, fue un hombre que predicaba radicalmente el Evan- gelio. La orden que fundó, los fran- ciscanos, tuvo siempre un celo espe- cial por las misiones. Si se parte de esta perspectiva, era inevitable que el Santo mirara al Oriente con otros ojos distintos a los de los cruzados. Después del “fracaso” de las Cruza- das, San Francisco de Asís empren- de una “Cruzada de Paz”.
En el año 1217 se adoptó el sistema de provincias. La que correspon- día a Tierra Santa, que acababa en Palestina, Siria, el Imperio Bizanti- no y Egipto fue una de las más im- portantes. San Francisco envió a un grupo de frailes que desembarcaron en Acre y fundaron allí el primer convento. Posteriormente, se ex- pandieron y comenzaron su trabajo religioso con los cristianos locales y los primeros emigrados europeos. Transcurrieron dos años para que San Francisco emprendiera él mis- mo un viaje a Oriente. Llega hasta San Juan de Acre el año 1219. Fran- cisco permanece en Oriente durante casi dos años.
Una vez allí tuvo diversos encuen- tros con el sultán Malek Al-Kamel, de quien obtuvo el permiso de po- der visitar los lugares santos. Con su lema “Paz y Bien” se dirigió a los en- tonces adversarios de la fe cristiana con las armas de la caridad. En esta ciudad costera se establecieron por primera vez los hijos de San Fran- cisco y los hijos de Santo Domingo. Una sangrienta persecución acabó con algunos de sus miembros. Los dominicos abandonaron la ciudad y los franciscanos permanecieron en ella, en homenaje a su seráfico Padre.
Hay estudiosos que afirman incluso que, en aquel tiempo, fue Francisco el verdadero precursor del diálogo islámico-cristiano ya que San Fran- cisco tenía como objetivo inicial
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evangelizar el mundo musulmán en plena época de las Cruzadas. El santo de Asís decía: “todas las almas, incluso de los musulmanes –por las que Cristo ha muerto-, son a sus ojos mucho más preciosas y dignas de respeto y veneración de las mis- mas piedras del Santo Sepulcro, pie- dras y tierra tocadas y pisadas por el cuerpo de Cristo”. Hasta ese punto llegaba su respeto por los musulmanes.
LACUSTODIADE TIERRASANTA
La Provincia Franciscana de Tierra Santa fue fundada en 1217 en vida de San Francisco, con el encargo es- pecial de ser los guardianes y custo- dios de los Santos Lugares. Muerto ya San Francisco, hacia el año 1263 las tres circunscripciones territoria- les en que estaba dividida la orden franciscana recibieron el nombre de “Custodia”, siendo ésta de Tierra Santa llamada también de Siria. Fue suprimida con la caída del Reino La- tino de Jerusalén. Algunos años más tarde, en 1291 y a instancias del rey de Nápoles, los franciscanos pudie- ron hacerse con los derechos sobre algunos Santos Lugares. Entre 1318 y 1320 ya había frailes sirviendo en el Santo Sepulcro de nuevo. Rober- to de Nápoles y Sancha de Mallor- ca consiguen del Sultán de Egipto, que los franciscanos pudieran esta- blecerse en el Santo Sepulcro y en Santo Cenáculo desde 1333. El año 1336 se establecen definitivamente en Tierra Santa. Por la bula “Gratias Agimus” de 1342, se les encomienda oficialmente la Custodia de los San- tos Lugares, tarea que vienen reali- zando hasta nuestros días.
Tras una serie de progresos se les permite en 1347 instalarse en Belén. Sin embargo, el precio no deja a ve- ces de ser muy alto, y así, en 1391, sufren martirio en Jerusalén San Nicolás de Tavelic y un grupo de compañeros. Fueron ellos los pri-
 meros protomártires franciscanos de Tierra Santa. No ha sido fácil la permanencia en Tierra Santa y la difícil conservación de los Santos Lugares ha honrado a la orden fran- ciscana con muchos mártires desde 1219 hasta la actualidad. Los frailes de la Custodia han dado ejemplo de fidelidad, especialmente de persecu- ción abierta, cuentan con numero- sos mártires, y también en tiempos difíciles tan recientes que todos po- demos recordar.
La primitiva residencia custodial fue el Convento de Monte Sión jun- to al Cenáculo, lugar donde fueron expulsados el año 1551. A partir de entonces la residencia del Custo- dio es el convento de San Salvador, donde se encuentran desde 1560. A este período, le siguió el intervalo, que se prolongará por todo lo largo de los siglos XVI y XVII, de pérdi- das y recuperaciones de diferentes santuarios. En 1577, la Custodia se constituye en una provincia autóno- ma. A lo largo de todo ese tiempo, los franciscanos siguieron trabajan- do incansablemente por la unidad cristiana. Asistían a los comercian- tes europeos que visitaban Lugares Santos, al tiempo que se desvelaban por ir adquiriendo otros nuevos como el de la Anunciación en Naza- ret, el Huerto de los Olivos, el Mon- te Tabor, etc., sin descuidar nunca la atención de los santuarios e iglesias en los que fueron y son represen- tantes de la Iglesia romana (el Padre Custodio ha venido representando a la Santa Sede hasta la restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén, en 1847).
Son numerosas las actividades que llevan a cabo los frailes de la Custo- dia: pastorales, atendiendo numero- sas parroquias en Israel y Palestina, Jordania, Chipre, Siria, Líbano, Ro- das y Egipto. Actividades culturales con dos centros de alto nivel cultural y académico: el Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén y el Cen- tro de Estudios Orientales de El Cai- ro; colegios y escuelas. Actividades caritativas con diversos orfanatos. Y sobre todo, la presencia y atención a los Santos Lugares y a los peregrinos que acuden a visitarlos.
         




















































































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