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do a la puerta, y al ruido salió luego el otro Antonio, y como vio la crueldad que aquellos sayones ejecutaban en su criado, no huyó, antes con grande ánimo les dijo: “¿Por qué me matáis a mi compañero que no tiene él la culpa, sino yo, que soy el que os quito los ídolos porque sé que son diablos y no dioses? Y si por ellos lo habéis, tomadlos allá, y dejad a ése que no os tiene culpa”. Y diciendo esto, echó en el suelo unos ídolos que traía. Y acabadas de decir estas palabras ya los dos indios tenían muerto al niño Juan, y luego descargan en el otro Anto- nio, de manera que también allí le mataron». Ocultaron los cuerpos en una barranca, cerca del pue- blo de Orduña. Pero pronto se organizó una búsqueda minuciosa y hallaron los restos. El escándalo fue gran- de, entre otras cosas porque «aquel Antonio era nieto del mayor señor de Tlaxcallan, que se llamó Xicoten- catl, que fue el principal señor que recibió a los españo- les cuando entraron en esta tierra, y los favoreció y sus- tentó con su propia hacienda. Antonio había de heredar al abuelo, y así ahora en su lugar lo posee otro su herma- no menor que se llamado don Luis Moscoso». Hallados los cuerpos, los matadores fueron presos, confesaron su crimen y fueron ahorcados. Estaban arrepentidos de lo hecho, y «rogaron que los bautizasen antes que los ma- tasen».
«Cuando fray Martín de Valencia supo la muerte de los niños, que como a hijos había criado, y que habían ido con su licencia, sintió mucho dolor, y llorábalos como a hijos, aunque por otra parte se consolaba en ver que había ya en esta tierra quien muriese confesando a Dios».
SON PRIMICIA DE LA EVANGELIZACIÓN DEL NUEVO CONTINENTE, EJEMPLO DE FE
INQUEBRANTABLE
El papa Juan Pablo II beatificó a Cristóbal, Juan y An- tonio el 6 de mayo de 1990, Benedicto XVI los propuso como modelos de vida cristiana y Francisco los ha de- clarado santos el 15 de octubre de 2017. Monseñor Julio César Salcedo Aquino, Obispo de la Diócesis de Tlax- cala, expresó: “no podemos quedar iguales al recibir un don tan grande que es la canonización de estos niños, tienen que cambiar la vida, la pastoral, la catequesis, los misioneros, la sensibilidad de todos, sacerdotes, religio- sos, laicos. Porque cuando una familia comprende el evangelio y la riqueza de la presencia de Jesús, la palabra tiene una fuerza de transformación: seguir comprome- tidamente a Jesús, impregnando los valores del evange- lio a todos los ambientes. Ustedes son la sal. Esto es un don para todo México y para toda la Iglesia. Hemos de aprender de la fe de estos niños tlaxcaltecas”.
La estampa con la imagen de Cristóbal, Antonio y Juan, protomártires de América y patronos de la niñez de Mé- xico, es una pintura del siglo XX obra de Desiderio Her- nández Xochitiotzin, tlaxcalteca y último representante del Muralismo Mexicano que plasmó la historia de su
    pueblo en las paredes del Palacio de Gobierno.
En el marco del 500o. Aniversario del Nacimiento de los Niños Mártires de Tlaxcala, el obispo en tur- no, Francisco Moreno Barrón erigió como santuario al Ex Convento de Santa María de la Concepción, ubicado en Atlihuetzía. Construido en el XVI por franciscanos, fue uno de los primeros conventos en establecerse en tierras de América y Tlaxcala.
Bibliografía
-Iraburu José María. Hechos de los apóstoles en América «Beatos már- tires de Tlaxcala». 3a. Edición, Pamplona 2003.
-Hanke, Lewis. El Papa Paulo III y los Indios de América. Revista Uni- versidad Pontificia Bolivariana, Vol. 4, Núm. 14 (1940) Colombia. -Motolonía, fray Toribio de Benavente, OFM (1490-1569), Historia de los Indios de la Nueva España [1541], ed. George Baudot, Castalia, Ma- drid 1985. -www.e-tlaxcala.mx/nota/2017-08-30/tlaxcala/los-ninos-marti- res-un-don-especial-de-tlaxcala-obispo. Recuperado el 30 de agosto de2017.
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