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     VALORES DE LA CULTURA OCCIDENTAL
LAS RAÍCES DE NUESTRA CULTURA
Rubén Elizondo1
Hace algunos años me encontraba en mi casa un día por la tarde buscando en el librero algo que leer. De improviso me di cuenta de un libro de Biología el cual reconocí por el di- bujo del canto y lo ubiqué como uno de aquellos textos que había estudiado en la preparatoria para cursar esa asignatura. Lo abrí al azar y me encontré un apartado que describía las diferentes partes de las raíces de los árboles. Continué leyen- do y el autor aseguraba, que los metros de altura de un ár- bol indicaban los metros de profundidad de sus raíces. Unos párrafos más adelante el libro señalaba que los árboles con raíces profundas resistían mucho mejor los embates de los vientos. Las raíces eran como “anclas” que lograban que el tronco se abrazara con firmeza al suelo en que estaba plan- tado el árbol.
Recuerdo ahora aquella anécdota porque puede ser de gran utilidad para advertir la importancia que supone conocer muy bien las raíces de nuestra cultura occidental. Pero sobre todo porque esas anclas son las únicas que nutren y susten- tan nuestra cultura, son el punto de apoyo, el armazón y la brújula que indica la apropiada orientación ante el fenómeno de la globalización. Decía Solón, el gran sabio griego, que no había viento favorable para el piloto de un navío que no sabía a donde iba.
Las aportaciones precedentes y las realizaciones teóricas y prácticas de nuestros antecesores construyeron un modo de ser occidental que no es viable al margen de sus propias raíces culturales. En efecto, la mejor forma de resolver los desafíos que se presentan en nuestra vida cotidiana consiste en volver a las raíces que conformaron y fundamentan hoy nuestra sociedad y encontrar en ellas las soluciones. Me pa- rece que la frase “back to basics” logra expresar tanto la ne- cesidad como el valor de rescatar todo ese legado de siglos, toda aquella sabiduría arrinconada y, al parecer, abandonada hoy en día. No dudo que el rescate al que me refiero forjará y fecundará de nuevo la sociedad en que vivimos si es que cada uno logramos integrar aquella sabiduría moral en las acciones del quehacer cotidiano.
En los inicios del tercer milenio, veo con gran preocupación la difícil situación que enfrenta la familia y el matrimonio, la
1 Maestro en Historia del Pensamiento, UP.
Universidad Panamericana. Campus México. Departamento de Humanidades.
dignidad de la persona, la educación, el alejamiento casi to- tal de Dios y de la religión. La vida misma y la sociedad en su conjunto se doblegan ante los embates de la secularización y los cambios de perspectiva antropológica. Ahora, con tantas posibilidades técnicas de progreso, veo tenden-
cias a la involución y a la deshumanización.
Los verdaderos problemas que se presentan al
ser humano son, a fin de cuentas, problemas
de índole espiritual, problemas morales y
teológicos. Por eso, resolver los desa-
fíos que nos muestra el tercer mi-
lenio requiere estar a la altura de
las circunstancias, y al nivel de
las soluciones específicas en que
se involucra la persona humana en
su totalidad. Y para eso, es necesa-
rio recuperar las raíces grecolati-
nas y cristianas de nuestra cultura,
como por ejemplo: rehabilitar
las aportaciones de la cultu-
ra griega especialmente de
la Filosofía; recobrar
el respeto a la Ley y
el Derecho que nos
legaron los roma-
nos; volver a las en-
señanzas de la Iglesia
Católica y estar al tanto
de los aspectos fundamenta-
les de sus aportaciones hoy en día; recobrar
y reconocer la magnífica síntesis entre razón y
fe que realizaron los intelectuales del primer mile-
nio; redescubrir el crecimiento de las semillas de las universidades que sembró Carlomagno, así como sus aportaciones valiosísimas a lo largo de la Edad Media y en los siglos venideros hasta nuestros días; explorar las excelentes aportaciones de la ciencia experimental
y el desarrollo de la tecnología. Por ahora, el espacio no alcanza para más, si bien los beneficios son incontables como se puede apreciar.
La columna trata de esto y de muchas ideas más. Es un recorrido por los sucesos de antaño y de hoy, es una sen- da que intenta redescubrir los únicos valores que son capaces de dar sentido auténtico y efectivo a la vida del hombre actual.
     


























































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