Page 3 - Adelphos lykos 7
P. 3

 Editorial
Al finalizar este año, hacemos un rencuento de lo que se nos ha concedido vivir. Mucho que agradecer y reflexionar. Las crisis de todo tipo se asoman de una u otra forma. He- mos padecido un sismo que verdaderamente nos sacudió en muchos sentidos.
Adelphós ly´kos (Hermano lobo), es una revista de inspira- ción cristiana. Queremos recordar en este tiempo de espe- ra al nacimiento del Señor, el sentido de nuestra auténtica esperanza ante las crisis, ante la necesidad de respuesta de aquello que no entendemos, ante la búsqueda de lo que sentimos nos falta. Para ello nos apoyamos en este frag- mento del profeta Isaías:
«Tú Señor, eres nuestro padre y redentor; ése es tu nombre des- de siempre. ¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte? Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá rasgaras los cielos y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia... Señor, tú eres nuestro padre; no- sotros somos el barro y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos» (Isaías 63; 64).
Todos los hombres experimentamos una sed de infinito. Nuestro corazón no anhela “algo”, sino todo. Por eso el gri- to del profeta es también un anhelo actual: “ojalá rasgaras los cielos y bajaras”. Que lo infinito, en lo alto, responda a nuestra sed. Tenemos muchas preguntas, nuestra vida está envuelta de incertidumbres, todos tenemos heridas en nuestra historia personal: ojalá, Señor, pudieras estar a nuestro lado y aclararnos todo de una vez por todas, sa- lir de tu escondite, romper el silencio. El mismo profeta Isaías, en otro momento, declara: “verdaderamente, tú eres un Dios escondido” (Is. 45,15).
El anhelo del profeta dejó de ser un grito en el vacío y se hizo realidad. Dios rasgó el cielo y se encarnó en una mu- chachita llamada María, hace dos mil años más o menos. Dios con nosotros, Emanuel. Dios se hizo niño y nos ofrece tratarlo de tú. Lo infinito ya no es inalcanzable, es una Per- sona con un nombre propio y un rostro.
De esto trata el tiempo de Adviento y su preparación a los misterios del nacimiento de Jesús: redescubrir al Dios es- condido en alguien tan sencillo como un niño. Adviento, de origen latino, se puede traducir en nuestro idioma por “presencia”, “llegada” o “venida” (también puede signifi- car visitatio: visitación). Así pues, el adviento es el tiempo precioso para prepararse a la llegada o presencia de aquél
que el profeta Isaías bellamente escribía, “Tú Señor, eres nuestro padre y redentor; ése es tu nombre desde siempre... oja- lá rasgaras los cielos y bajaras”. Me gusta mucho este texto que complementa la idea: «Cuando un profundo silencio reinaba en la tierra y la noche en su carrera llegaba a la mitad de su camino, Tu Palabra omnipotente, Señor, se dejó oír desde los cielos» (Sab 18, 14 s.). En el silencio podemos descubrir que verdaderamente el Señor puede interrumpir en la noche de nuestra vida y hablarnos al corazón.
Quizá haya dos tipos de navidad, y por lo mismo, dos tipos de adviento: el del ruido y el del silencio. La navidad del ruido es ese tiempo marcado por las prisas, enredados en la mercadotecnia y la publicidad, con buenos sentimientos y propósitos, pero efímeros (muchos de ellos terminan por ahí de la rosca de Reyes).
En cambio, la navidad del silencio mira lo esencial: es el que se dispone a escuchar el amor tan grande de un Dios que se hace sencillo y muestra su rostro en un niño.
Este tiempo de los misterios del nacimiento de nuestro Se- ñor es un buen momento para no endurecer nuestro cora- zón y con ello, querer cambiar nuestra vida: “Señor, tú eres nuestro padre; nosotros el barro y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos”. Sólo un corazón mezquino le pare- cerá esto muy poco y no encontrará en el amor tan grande de Dios, un auténtico sentido de esperanza que oriente la propia historia personal.
Hemos querido compartir en la revista un sentido de espe- ranza y alegría sencilla, que va desde el mensaje del Papa Francisco a la Primera Jornada Mundial de los pobres: “No al miedo que paraliza”, hasta un ingenioso juego de pala- bras de San Agustín sobre “vivir muriendo”; que va des- de la historia del martirio y la canonización de los niños Tlaxcaltecas que encierra también el misterio de los Santos inocentes, hasta una simpática reflexión del acertijo “¿qué dijo la primera rana?”; que va desde un evento histórico como los 800 años de la custodia de Tierra Santa por par- te de los franciscanos, hasta unos artículos muy actuales sobre las “Emociones y la vida” o la “Veritatis Splendor” (nuestro segundo artículo publicado en inglés), entre más artículos y pensamientos que compartir. Agradecemos de corazón a todos nuestros colaboradores.
Que Santa María, la Madre del sí, fecunde este quehacer.
Ricardo Morales Rossell Ciudad de México, 14 de diciembre, 2017 Fiesta de San Juan de la Cruz
 3




















































































   1   2   3   4   5