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   sino también de pautas importantes para el sentido de su existencia. Las aportaciones de autores como Platón, Aristóteles, San Agustín y los grandes escolásticos medievales, especialmente Santo Tomás de Aquino, ofrecen reflexiones objetivas y profundas sobre el hombre, sobre el lugar que ocupa en el universo y sobre cuáles son sus posibilidades de realización. En filosofía, más que el término emociones, suele emplearse el de pasiones (del griego páthos), pues estos estados anímicos son padecidos, es decir, experimentados por la persona, implicando ciertos cambios orgánicos que acompañan al sentimiento en cuestión.
La película de animación Intensa-Mente (originalmente Inside Out, Disney-Pixar, 2015), es una muy buena ilustración, de manera sumamente creativa, de los procesos afectivos y mentales que las ciencias han venido descubriendo y profundizando. La trama es sencilla: Riley Anderson es una niña de once años, edad de cambios interiores en el umbral de la adolescencia, que enfrenta además una serie de circunstancias y transformaciones externas en su rutina de vida, entre los que se encuentran la mudanza a una nueva ciudad con sus padres, percances e incomodidades en el nuevo hogar, dificultades para adaptarse al nuevo contexto escolar, añoranza de su anterior ambiente y amistades, y ciertas fricciones con sus padres dentro de la convivencia cotidiana. La película muestra el encuentro inicial de Riley con sus padres al abrir por primera vez los ojos y, en el sentirse acogida y amada, la aparición de su primera emoción, la alegría; de ahí se va dando la sucesiva aparición de otras cuatro emociones básicas, conforme a los acontecimientos que va enfrentando en sus primeras etapas de desarrollo. Cada emoción aparece como un personaje con un carácter muy propio. De ese modo, Alegría, Temor, Furia, Desagrado y Tristeza son personajes que representan los distintos estados emocionales que acompañan a la niña a lo largo de sus experiencias, ayudándola a valorar cada vivencia, positiva o negativa, e ir adquiriendo un aprendizaje que va conformando su personalidad. Los distintos aspectos de su personalidad son representados por una serie de islas ubicadas en el interior de su mente. La adquisición de nuevos pensamientos y su almacenamiento en la memoria a corto y largo plazo, son ilustrados de manera ingeniosa, lo mismo que los procesos del pensamiento activo (consciente, abstracto, entre otros), de la imaginación, del sueño y del olvido.
El meollo de la trama viene cuando una de las emociones, la Tristeza, es menospreciada por la Alegría, que busca predominar a toda costa. Tristeza se aleja para ocultarse, lo cual implica un desajuste emocional para la niña, quien va siendo menos capaz de asimilar los acontecimientos y obstáculos que se le van presentando en esa específica etapa de su vida y se va endureciendo anímicamente e insensibilizando. Esto se agudiza cuando Alegría se ausenta también para ir a buscar a Tristeza. Perder la capacidad de experimentar pasiones no es nada sano, pues cada una de nuestras emociones
está allí para algo. “Cada emoción ofrece una disposición definida a actuar; cada una nos señala una dirección que ha funcionado bien para ocuparse de los desafíos repetidos de la vida humana”3. Ninguna emoción debe apagarse o extirparse. Por ejemplo, San Agustín, ya en su tiempo, realizó una crítica a los planteamientos de los filósofos estoicos, quienes proponían la anulación de las pasiones y la imperturbabilidad como el bien para el hombre: “Perezcan los argumentos de los filósofos que niegan que las perturbaciones de los ánimos afectan al sabio”, es decir, las pasiones; prosigue San Agustín mencionando las principales pasiones: temor, tristeza, amor y alegría, y animando a los cristianos a experimentar estas emociones por motivos válidos. Concluye magistralmente esta idea escribiendo que “como un miembro del cuerpo, el ánimo del hombre enferma más desesperadamente cuando ha perdido hasta la sensación de dolor”4. Es decir que, así como la insensibilidad no es en absoluto un buen síntoma para el organismo, la apatía (falta de pasiones) no lo es para el ánimo del ser humano.
Al irse endureciendo, volviéndose apática, Riley, la protagonista de la película, se va convirtiendo en una niña más huraña, recelosa y va perdiendo el sentido de cuanto constituye su vida, al grado de buscar romper con todo y escapar. Su personalidad (representada por las islas simbólicas en su mente), va sufriendo fracturas y deterioro, hasta que Alegría logra comprender que la Tristeza tiene un papel esencial en la capacidad humana de ser sensible, de experimentar empatía y compasión, de añorar lo que se pierde y, por tanto, ser capaz de valorar lo que se tiene. Ninguna emoción sobra o está de más; el punto es poder identificar, moderar y canalizar adecuadamente nuestras pasiones.
 Aristóteles escribió que “no es fácil especificar cómo, con quiénes, por qué motivos y por cuánto tiempo debe uno irritarse; pues nosotros mismos unas veces alabamos a los que se quedan cortos y decimos que son apacibles, y otras a los que se irritan y les llamamos viriles”5. El mayor
3 Goleman, Daniel. La inteligencia emocional. Trad. Elsa Mateo. 53a reimpr. México, Vergara, 2012, p. 22
4 San Agustín. Comentario al Evangelio de San Juan, 60, 3
5 Ética Nicomaquea, 1109b13-17
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