El cine es una producción humana que ha sido parte de nuestra cultura y entretenimiento desde hace más de cien años. La cinematografía es un medio de comunicación social que se basa en la representación de imágenes en movimiento acompañadas por una banda sonora. Las audiencias actuales se encuentran rodeadas por un sinfín de representaciones fílmicas que se reciben a través de diversos canales, desde las proyecciones en salas tradicionales, hasta el consumo de películas bajo demanda en un teléfono móvil.
Un misterioso impacto sensorial y afectivo
Cada película es una experiencia única que puede tener efectos distintos en cada persona, incluso convirtiéndose en un anclaje emocional. Como escribió Andrei Tarkovski en su texto “Esculpir el tiempo” (2009), el cine “actúa sobre todo en el alma” (p. 48). Es parte de su misterio, nunca sabemos qué efecto sensorial y afectivo tendrá en las audiencias cierta escena, cierto diálogo.
La experiencia de Toy Story 4
La película Toy Story 4 supuso una experiencia emocionante para la audiencia, pero también se convirtió en un anclaje emocional para algunos. Durante su estreno se vivió la emoción propia de una sala llena y la anticipación por lo que se avecinaba. En esta situación, el cine cumple su función de entretener y conectar emocionalmente con las personas. Ante la expectativa, todo puede suceder. Se plantea el conflicto, la acción toma vuelo. Se escuchan risas y expresiones de sorpresa aderezadas con el entusiasta sonido de las palomitas y los sorbos de refresco.
Algunas personas se muestran sorprendidas ante la evolución de la animación digital que genera impactantes imágenes tridimensionales acompañadas por luces fotométricas que logran un realismo impensable en Toy Story 1. Parte de la audiencia experimenta flashazos de recuerdos de infancia relacionados con las entregas anteriores de la saga. Los más jóvenes se emocionan, disfrutan del momento y adquieren nuevas vivencias para recordar.
El cine como anclaje emocional
En el caso de Toy Story 4, la película no solo supuso una experiencia emocionante para la audiencia, sino que también se convirtió en un anclaje emocional para algunos. Una niña que asistió a la proyección y que posteriormente perdió a sus padres, sigue aferrándose a un Woody de juguete para recordar la última sensación de seguridad de su infancia. Dos jóvenes que se conocieron en la misma proyección, decidieron hacerse novios y uno de ellos compró un Woody de peluche para recordar esa primera cita. Para ellos, los muñecos no solo representan una función de consumo sino también la preservación de momentos felices.
En conclusión, cada persona que conforma una audiencia puede crear en su memoria relaciones entrañables entre su propia vida y ciertos pasajes de una película. El cine no se reduce a una proyección que dura unos cuantos minutos, sus efectos (para bien o para mal) pueden durar toda una vida. El cine es sin lugar a duda, una aventura sensorial y afectiva que conecta emocionalmente a las personas y les permite crear sus propias experiencias.